Salió a correr y terminó en la cárcel.
Cedella Roman, una joven francesa de 19 años estaba visitando a su madre en la Columbia Británica, en Canadá a finales de mayo pasado, cuando decidió una noche salir a trotar por la playa. Según contó a medios canadienses, cuando subió la marea, se dirigió a un camino de tierra unos metros más adentro y se detuvo para tomar una fotografía antes de volver sobre sus pasos. Siguió avanzando por la arena, hasta que fue confrontada por dos agentes de la patrulla fronteriza estadounidense: había cruzado sin darse cuenta hasta Blaine,en Washington. "Comenzaron a decirme que había cruzado la frontera ilegalmente y le dije que realmente no lo había hecho a propósito", cuenta Roman en entrevista con Radio-Canadá. La joven relata que pensó en un inicio que podría recibir una advertencia o, en el peor de los casos, una multa. Pero sin identificación y con solo la ropa que llevaba puesta, comenzó a darse cuenta de la gravedad de su situación. "Aunque pensé que era realmente serio, no creí que me iban a meter en la cárcel", afirma.
En la cárcel
La joven recuerda que fue colocada en una habitación junto a otras 100 personas. "Estuvimos encerrados todo el tiempo y en el patio había alambres de púas y perros", cuenta en entrevista con la agencia de noticias AFP. "Ver a personas que venían de África y de otros lugares encerradas por tratar de cruzar la frontera, puso mi experiencia en perspectiva". Se le permitió ponerse en contacto con su madre, Christiane Ferne, que llegó al centro de detención con el pasaporte y el permiso de trabajo de su hija. Pero los funcionarios estadounidenses no la dejaron ir hasta que las autoridades de inmigración canadienses confirmaron que se le permitía regresar al país.